LA PODA, UN RITUAL DE AGOSTO

Por: LVS.
Cuando era niño, recuerdo, iba a los viñedos, en los días de vacaciones, acompañado de mis padres, hermanos y los peones, para la poda anual, en el mes de agosto, cuando la viña está “dormida” y las hojas se han caído de las plantas. Yo, no podaba. Ayudaba a sarmentar o recoger los palos. Los sarmientos se ataban formando atados, que una vez recogidos se llevaban a la casa, para utilizarlos como leña.

La poda es todo un ritual. Es una tarea necesaria y sacrificada para que la cosecha sea de buena calidad. El cómo podar depende de si cultivas las uvas para comer o para hacer vino. También depende del vigor de la planta, si es nueva o vieja. Si no se poda bien una planta, no le va a dar racimos grandes. La tarea era supervisada por un experimentado viticultor, quien castigaba al infractor con una vara de sarmiento. Cada error era castigado con un varazo en las nalgas y un vaso de cachina.

Luego de la poda, hay que volver a entrar a la viña para atarla, para sostener los sarmientos a los listones o alambres de las hileras para que más tarde, la planta pueda resistir el peso de los racimos y hojas.
El injerto o unión de yemas es una técnica que también se realiza, tras la poda. Este es un proceso en donde se coloca el vástago de una determinada variedad en patrón de otra variedad.

Los agricultores aprenden a podar desde chiquillos viendo a sus ancestros o mediante la enseñanza de maestros viticultores. Se acerca la época de la poda y los viticultores alistas tijeras y podaderas.

Escribe: Lucho Villanueva

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