Escribe: Luis Perez Manrique
Revista Rumbos, Oct.2015
Fotos: Luis Zapata y alumnos del Taller fotografia Kids
Fotos: Luis Zapata y alumnos del Taller fotografia Kids
Así, frente sus ojos llenos de avidez, desfilan las jabas y canastas que contienen las 36 muestras de esta fruta. Su paso –sin mayores ajetreos ni complicaciones- genera el asombro y el entusiasmo del público que, una y otra vez, comentan: “esos nísperos, están pa’ comer y pa’ llevar”.
Sí, en Lunahuaná, provincia de Cañete (Lima), hay nísperos de los buenos –pero sí que son de los buenos–. Tanto así que desde 1989 hay un festival en su honor, en el que se premia al fruto más grande, de mejor forma, color (entre amarillo y anaranjado), y sabor, es decir, una combinación exacta y equilibrada entre la dulzura y la acidez.
Al final se eligen a los ganadores en dos categorías: nativo e injerto. Y si bien los nísperos no son originarios del Perú –el árbol Eriobotrya japónica proviene de la china- estos se han adaptado perfectamente a las tierras de Lunahuaná, siendo considerados como un producto emblema de este valle bendecido por las aguas del río Cañete.
VALLE DEL DERIVADO
En el anexo de Condoray, frente a la bodega Santa María, un camino de herradura tiene como destino un pequeño valle escondido, donde las plantaciones de nísperos –un árbol de la familia de las rosáceas- son una gran atracción.
Pero el níspero, por aquí, no solo es consumido como tal. El níspero se transforma en conservas, mermeladas, néctares y postres que “no tienen preservantes, todo es orgánico”, se ufana el ingeniero Cristian Yactayo, uno de los gestores –junto a su familia– de producir maravillas que tienen ‘todo rico’.
DATO: Los ganadores del XXVI Festival del Níspero, realizado el 17 y 18 de octubre, fueron Orlando Ochoa (categoría nativo) y Concepción Cuzcano (categoría injerto).
LunahuanaWeb
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